Como viene siendo normal en mi, bastante tiempo sin escribir…mucho que expresar y una mezcla de sentimientos encontrados, incluida esa sensación de ridículo que a veces me invade, ese pensar no lo sé hacer bien, esa inseguridad y manía de compararme con los demás… (Ellos si tienen que contar y lo hacen bien) y bueno qué importa si lo hago mejor o peor, bien o mal. Me gusta y me es beneficioso expresar mis historias mentales y sentimentales, me siento liberada, bien. Así pues volveré cada vez que mi alma o mi cuerpo necesiten exteriorizase.
Por lo pronto aquí estoy de nuevo, con la necesidad inmensa de compartir, exhibir, expresar…por tanto escribir, para que la muerte no tenga la última palabra, para dejar constancia de mis avatares con la vida y testimonio de mis afectos y odios.
Mientras esa sensación (antes descrita) se ha ido desarrollando, otras de intensidad mucho mayor han ido haciendo mella en mi alma llegando al día de hoy.
Estos últimos tiempos han sido un torrente, que se ha desbordado a cada minuto….
La falta de salud de mi hija, su dolor, la incertidumbre, el miedo.
Las perspectivas de trabajo, nuestro negocio, los problemas con la economía.
El reencuentro después de “algunos” años con mi hermano, con mi pasado, con mis odios y amores.
(Por fin) La operación de mi hija, su valentía, mi terror, su recuperación.
El saber hacer de la juventud… (En este caso mi hija y mi yerno, mi yerno y mi hija) dando ejemplo de querer es poder.
El alejamiento de alguna amistad, la aparición de otra.
Mi celo peleando con mi desidia.
Mi pasado haciendo historia con mi presente.
El apoyo y comprensión incondicionales de mi pareja, su amor, a pesar de “ese” carácter mío, mi amor a sabiendas de “esa” tranquilidad suya.
Y cuando parecía que el torrente frenaba, la inundación ha sido total…ha conseguido abrumarme. Al abuelo le ha dado un infarto cerebral…es tremendo ver sufrir a los tuyos, a esa gente que tanto quieres y no poder hacer nada, nada…solo esperar…
El resumen: sentimientos.
El resultado: vida.
La palabra: bonito. (A pesar de todo)
La lección: humildad y perseverancia.
El triunfo: la esperanza.
Por lo pronto aquí estoy de nuevo, con la necesidad inmensa de compartir, exhibir, expresar…por tanto escribir, para que la muerte no tenga la última palabra, para dejar constancia de mis avatares con la vida y testimonio de mis afectos y odios.
Mientras esa sensación (antes descrita) se ha ido desarrollando, otras de intensidad mucho mayor han ido haciendo mella en mi alma llegando al día de hoy.
Estos últimos tiempos han sido un torrente, que se ha desbordado a cada minuto….
La falta de salud de mi hija, su dolor, la incertidumbre, el miedo.
Las perspectivas de trabajo, nuestro negocio, los problemas con la economía.
El reencuentro después de “algunos” años con mi hermano, con mi pasado, con mis odios y amores.
(Por fin) La operación de mi hija, su valentía, mi terror, su recuperación.
El saber hacer de la juventud… (En este caso mi hija y mi yerno, mi yerno y mi hija) dando ejemplo de querer es poder.
El alejamiento de alguna amistad, la aparición de otra.
Mi celo peleando con mi desidia.
Mi pasado haciendo historia con mi presente.
El apoyo y comprensión incondicionales de mi pareja, su amor, a pesar de “ese” carácter mío, mi amor a sabiendas de “esa” tranquilidad suya.
Y cuando parecía que el torrente frenaba, la inundación ha sido total…ha conseguido abrumarme. Al abuelo le ha dado un infarto cerebral…es tremendo ver sufrir a los tuyos, a esa gente que tanto quieres y no poder hacer nada, nada…solo esperar…
El resumen: sentimientos.
El resultado: vida.
La palabra: bonito. (A pesar de todo)
La lección: humildad y perseverancia.
El triunfo: la esperanza.