Andaba y ando, estos días tocada por temas personales, porque después del tiempo he aprendiendo a no imponer mi verdad sobre otras, sino a definirla como propia, ya que solamente es la mía y no tiene por que ser la de los demás, igualmente he profundizado y me he aplicado, que mi verdad tiene trascendencia para mi y quizá para ti, pero comparada con las grandes evidencias del mundo y la vida, la magnitud de la mía, es ínfima.
Y llegados a este punto, compruebo que ello tiene tres vertientes, el bienestar que me produce ser consecuente conmigo misma, el malestar que me ocasiona que el otro a toda consta quiera imponerme su verdad (por supuesto con todo tipo de argumentos y estando firmemente convencido de que la suya es la genuina y auténtica) y por último la estupefacción que me origina la habilidad de este tipo de personas, para darle la vuelta a la tortilla haciendo filigranas y sin derramar una sola gota.
A todo esto, está noche pasada andorreando por Internet he encontrado un chiste, que me ha venido al dedo (aparte de echarme unas buenas risas), para describir la (falsa) creencia de que toda cuestión tiene dos puntos de vista el equivocado y el nuestro:
Un Cardenal es invitado a una cena entre parientes. En un momento determinado aparece la sobrina de uno de ellos con un vestido de un escote abismal. El Cardenal le dice:
-Te digo querida, que estás mostrando mucho más de lo que le conviene al pudor de una niña.
- Y usted, Cardenal, está mirando mucho más de lo que le conviene a un Príncipe de la Iglesia....
El chiste tiene su punto, porque la respuesta de la niña es pa quitarse el sombrero, pero ahora si no nos cuadriculamos y miramos un poquillo más allá, resulta que el cardenal es humano y la vista y la opinión son libres…Y la chica ejerce su autodertimación, como nos corresponde a todos. Y algo tan tonto como un chiste me lleva a la conclusión de que la razón y argumentos que aducen en apoyo de demostraciones, no solo tienen dos vertientes, ya que pueden ser muchas más…las de ellos, las de aquellos, las de los otros, la tuya…incluso la mía…
Ni todo es blanco, ni todo es negro, ni es del gris claro que tú lo ves, ni del gris verdoso que yo lo veo. La gama de colores es tan amplia y está influenciada por tantas cosas (luz, intensidad, primarios, secundarios…), que bien podría ser rojo, amarillo o azul…
He ahí la relatividad de cualquier verdad, concepto y precepto.
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4 comentarios:
Siempre recurro a una frase de Campoamor con la cual empezó sus clases un profesor mío de filosofía:
En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira todo es según el color del cristal con que se mira.
Y me pareció tan buena que nunca la he olvidado y a veces me sirve para recordar que no hay verdades u opiniones absolutas.
Estudié psicología. Trabajé como psicólogo y ahora ya sólo me quedan posos. Pero importantes. Mis estudios me sirvieron para intentar no olvidar lo que tú has comentado, que hay muchas vertientes desde las que mirar, muchas verdades, muchos colores.
Lo malo es que además de verlo hay que ejercer de tolerante y de empático. Y eso no está al alcance de todo el mundo; me temo.
Besitos/azos.
Y donde más tonos de colores hay, pienso que es en esta nuestra blogosfera.
Inte: no las hay, nunca las hay hemos de agradecerlo, porque yo creo que esa es la base de la libertad.
La frase, en este caso además de servirte a ti y a mi, me ha inspirado está entrada. Gracias.
Mariano: con el solo hecho de verlo, damos un gran paso. Evidentemente te sobra la razón, ejercer el respeto hacia los actos u opiniones de los otros…es mucho más complicado, para todos y es que nuestro justiciero ego interior, suele sobrepasarnos…con lo fácil que seria ser empatico y ponerse en el lugar del otro…
Juan: si que los hay, muchos y muy variados…hay está el color, en la variedad y la libertad de expresarse cada cual como mejor sepa o le plazca.
Besos/muchos a los tres.
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