Muerte, Comentario, Inspiración...

Hace un rato visitando a Jovekovic (Días como todos) me he encontrado, una lectura estupenda, sobre la muerte y su perspectiva de ella…mi comentario iba a ser tan largo, que he optado por hacer esta entrada, naturalmente inspirada en la suya y dedicada a él. (Gracias Jove)

Me da miedo la muerte, la de los míos, la propia y la ajena y además en ese orden, en cuanto a la vejez es simplemente la antepuerta de la muerte, por ello (para mi) temer a la vejez es temer a la muerte. No quiero engañarme, quiero ser conciente de mi consciencia...desde los once años mi trato con ella a sido demasiado constante, primero fue mi madre, después la suya, después mi otra abuela (a mis veinte años, mientras le daba de cenar), luego el abuelo...mi salud, más salud...y el gran golpe de mi vida: mi padre, mientras hablábamos...otra vez y muerte, más falta de salud y otra vez... Y miedo, por mi y aún más por mi hija...llega un momento que no solo se le tiene miedo a la muerte propia sino a lo que dejamos atrás. Ante el dolor o la muerte de mi hija, yo prefería la propia, luego querría morir antes que Ra...pero solo por egoísmo, por ahorrarme el profundo dolor, el desgarramiento del alma...las demás, estoy segura que las afrontaría, sé que las voy a afrontar.
Y es que la vida me ha enseñado que todo se supera, que vivir es nuestra meta y tras la meta está la muerte, y que el egoísmo es una dualidad del altruismo.
Mi miedo a la muerte, me ha enseñado: 1) que yo no quiero dejar que la vida me viva a mi, quiero vivirla… y que ella me viva cuando me tenga que vivir, para eso tengo que aceptar a la gran maestra, la muerte, que me dice constantemente: carpe diem, vive aquí y ahora saboreando disfrutando del momento, sin prisas, sin pensar que puede pasar después, con consciencia atención de presente, de no correr y hacer muchas cosas; 2) que no debo dejar situaciones inconclusas que sólo han de constituir un lastre que incrementará mi dolor y sufrimiento y el de quienes me rodean;3) que nada es permanente, nada se pierde sino que todo se transforma, que nada es independiente sino que todo es inter-dependiente con todo y todos, es decir aceptándome a mi misma podré aceptar a los demás;4) y ( lo más importante) me recuerda la humildad, el no dame excesiva importancia y no dársela a según qué problemas.
Ante la muerte, nos arrodillamos, pues nada ni nadie puede impedirla. Todos vamos para allá y llegará antes o después, en alguna de sus múltiples formas, a todos nosotros, ignorarla no lo va a evitar.