Pues sí aquí estamos porque hemos llegado. Se va, se pira, se larga, adiós, adiós, por fin adiós. 2008 está expirando y con él se lleva un sueño, una ilusión, una estabilidad, parte de mi salud y lo que es peor, 40 millones de las antiguas pesetas. Que nunca más veremos porque se han ido por el retrete y que con su marcha me dejan con una mano adelante y otra atrás. Evidentemente, una mierda, ya que volver a empezar de cero a los 45 y con la salud hecha unos zorros, es un papelón.
Si es que no deja de interpretar uno, hasta que se muere y aquí me hallo dispuesta a recibir al 2009 en uno de los papeles estelares de mi vida: sobreviviente. Y es sabido, de todo se sale, no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista. De cualquier forma mis dosis de rabia, mala leche y depre no me las quita nadie y para mi cuerpo se han quedado.
Junto a ellas… mi resaca de hoy, producto del cava de ayer, ¡menuda juerga! (por cierto la única del año).
Mi reencuentro con mi sobrina tras siete años de distancia y con mi sobrino después de tres sin vernos. Un lujo para mi corazón y el de mi hermano.
El amor ilimitado (una vez más) de mi hija, la ayuda incuestionable de su pareja y el apoyo categórico de mi catalán. Sin olvidar el calor de las amistades tan escasas, como auténticas e incondicionales. Ni el afecto de una parte de mi familia que ha vuelto a resurgir de las cenizas, justo cuando más lo necesitaba.
Mucho, malo, y bueno me llevo de este año y más, bueno, y superior, espero del que empieza.
Lo mismo os deseo a todos vosotros, de lo bueno, lo mejor.
¡Feliz 2009!
Si es que no deja de interpretar uno, hasta que se muere y aquí me hallo dispuesta a recibir al 2009 en uno de los papeles estelares de mi vida: sobreviviente. Y es sabido, de todo se sale, no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista. De cualquier forma mis dosis de rabia, mala leche y depre no me las quita nadie y para mi cuerpo se han quedado.
Junto a ellas… mi resaca de hoy, producto del cava de ayer, ¡menuda juerga! (por cierto la única del año).
Mi reencuentro con mi sobrina tras siete años de distancia y con mi sobrino después de tres sin vernos. Un lujo para mi corazón y el de mi hermano.
El amor ilimitado (una vez más) de mi hija, la ayuda incuestionable de su pareja y el apoyo categórico de mi catalán. Sin olvidar el calor de las amistades tan escasas, como auténticas e incondicionales. Ni el afecto de una parte de mi familia que ha vuelto a resurgir de las cenizas, justo cuando más lo necesitaba.
Mucho, malo, y bueno me llevo de este año y más, bueno, y superior, espero del que empieza.
Lo mismo os deseo a todos vosotros, de lo bueno, lo mejor.
¡Feliz 2009!